martes, 3 de febrero de 2009

El Che y el agente de la CIA Félix Rodríguez,





MIAMI.- La frase de Félix Rodríguez, a la derecha del Che, provocó la última sonrisa de Ernesto Guevara. Aún así, cuando el pajarito cantó finalmente al prisionero le dio tiempo a cambiar la mueca y volver al gesto serio. Le quedaba poco más de una hora de vida y él aún no lo sabía. Ocurrió el 9 de octubre de 1967, en la escuelita del pueblo de La Higuera, en Bolivia. El ejército boliviano había capturado al Che tras un enfrentamiento en el que el guerrillero fue herido en una pierna. El cubano Félix Rodríguez era agente de la CIA y había sido enviado por sus superiores para asesorar a los soldados bolivianos en su persecución del Che. Después de conversar durante horas con el prisionero pensó que sería una buena idea retratarse junto a su mayor enemigo. La encarnación de aquellos que le habían obligado a salir de su país y que posteriormente le había derrotado en Bahía Cochinos. Unos minutos antes, el mayor de la fuerza aérea Nino de Guzmán le mostró una cámara y le pidió a Rodríguez que le hiciera una fotografía junto al prisionero. Le preguntó al Che y éste accedió. Después le levantaron y ayudaron a salir cojeando debido a una herida de disparo que tenía en la pierna. Le colocaron en la puerta de escuelita. Pero el agente de la CIA quería conseguir un documento único y cuando tuvo en sus manos la cámara del militar boliviano cambió la velocidad y la apertura de la lente para que la fotografía no saliese. Disparó sabiendo que la imagen nunca sería reproducida. Después le entregó su Pentax a Nino de Guzmán y esta vez el pajarito si 'funcionó'. 41 años después La humillación del piloto boliviano, por haber sido engañado por Félix Rodríguez y haber sido relegado a un segundo plano de esta historia, continúa 41 años después. Hace unos meses, cuando unos periodistas alemanes le entrevistaban para un documental, aseguró que la foto que Rodríguez exhibe como su mayor trofeo, es un montaje. El ex agente montó en cólera y pidió a sus antiguos jefes de la CIA que certificaran la autenticidad del documento. Su amiga la congresista republicana Ileana Ros-Lehtinen le ha ayudado a limpiar su honor. Después de haber luchado tanto para apresarle, asegura Rodríguez que cuando tuvo enfrente al Che no pudo sentir odio. "Sentí piedad por él y quizá hasta admiración".

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